

Hoy en el diario
Marca, encontramos un artículo realmente interesante de un genio del futbol internacional, un fenómeno,
Axel Torres, a raíz del título de
Campeón del Mundo conseguido ayer por el
Manchester United en Yokohama:
Cuando
Alex Ferguson logró contratar a
Wayne Rooney, lanzó una sentencia que costaba tomar en serio:
"Con este fichaje, ya tengo los mimbres para construir un equipo tan glorioso como el del 99". El Manchester United acababa de quedar tercero en la Premier, a 15 puntos del campeón Arsenal. Y en el primer año del ex del Everton, el Chelsea de Mourinho le sacó 18. Muchos empezaron a hablar del final de una era, pero en realidad estábamos empezando otra. Era una simple transición entre dos equipos fantásticos. En realidad, harían falta más contrataciones para devolver a los
red devils al primerísimo nivel: un medio centro (
Carrick), un central (
Vidic), un lateral izquierdo (
Evra) y un portero (
Van der Sar). Cuatro aciertos mayúsculos para acompañar a dos cracks que aún no lo eran, pero que era evidente que lo serían. No deja de ser curioso que el zenit que presagiaba Sir Alex haya llegado con un gol del hombre que provocó su frase premonitoria. Con tanto de Rooney, el United se ha proclamado campeón del mundo. Igual que en el 99, tras conquistar primero Inglaterra y después Europa. Sólo faltó la FA Cup para redondear el póquer de títulos. Esta vez se escapó por culpa de una tarde de infortunio ante el Portsmouth en un partido que, en condiciones normales, debió acabar en goleada para el favorito. Pero
la victoria de Yokohama cierra otro año memorable para un equipo con un potencial que sigue asustando. No importa que el Liverpool vaya líder o que el Chelsea esté jugando mejor.
Todas las personalidades de la Premier -jugadores, entrenadores-, cuando son preguntadas sobre el candidato más fiable, dan un nombre: Manchester United.
No es casualidad que
José Mourinho dijera tras el segundo puesto de su
Inter: "merecemos que nos toque el Barça o el Manchester United". O sea, el que mejor está jugando en Europa y el que da más miedo. Porque pese a su aparente inicio renqueante de la nueva temporada,
el United debe ser considerado aún como un equipo supersónico. La sensación que da es que se ha tomado un descanso tras la resaca. Pero
cuando se decidan los títulos, ahí estará. Es complicado encontrar un conjunto más equilibrado, más fuerte en todas las posiciones. El lateral derecho, puesto demonizado por muchos -pese a que
Gary Neville ha tenido en general una trayectoria notable-, ha sido reforzado con la llegada del joven brasileño
Rafael Da Silva. Aún no es nivel top, pero insinúa que no va a necesitar el tiempo de adaptación que suelen requerir los defensores de su país cuando aterrizan en Europa. Demostración de poderío indudable: Ferguson introduce cuatro cambios entre la semifinal y la final del Mundial de Clubes y los dos onces reciben la etiqueta de "alineación potentísima". Sería difícil quedarse con una de los dos y sería difícil mejorarlas. Y ni en una ni en otra estaba
Berbatov.
La primera media hora del duelo ante la Liga Deportiva Universitaria de Quito ha sido un escándalo. Con un
Cristiano Ronaldo especialmente atrevido -demasiado, quizá, exagerando todos los gestos técnicos y probando siempre las acciones más espectaculares para que resonara en Yokohama ese
oooooooohhh tan japonés-, el equipo de Ferguson ha trenzado algunas jugadas de
perfección técnica, de dominio absoluto del juego combinativo. Parecía que iba a ser un baño, una masacre deportiva, pero no lo fue. Porque no entró el primer gol, porque los ecuatorianos corrieron mucho, porque la expulsión de
Vidic obligó a retirar a
Tévez y por lo tanto a renunciar a un delantero -
ah, viendo entrar a
Evans, y no es la primera vez, ¿no debemos empezarnos a preguntar por qué Ferguson dejó marchar a
Piqué al Barcelona?-. Acabó siendo sólo un 1-0, pero me parecería tremendamente injusto empezar a restar méritos, a decir que no había rival o que el torneo no tiene prestigio.
Han conquistado el mundo. Como Sir Alex pronosticó hace cuatro años. Y en ese momento nos parecía imposible.